Empieza el día y ya sé cómo va a acabar e intuyo con bastante exactitud todo lo de en medio. ¿Acaso esto es vivir?
No.
Es seguir los raíles de un tren, huyendo delante suya, y que me pase por encima una y otra vez. Me duele, pero sigo adelante aun sabiendo que volverá a ocurrir, porque creo que no hay otra opción.
Hasta que un día me dé cuenta de que puedo subirme al andén y elegir el tren que yo quiera, o irme muy lejos de la estación.
Y, ahora sí, empezar mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario