Construyendo la felicidad de verdad
poco a poco
para que sea de calidad
a partir de las ruinas de la montaña que creí eterna
y resultó no ser más que una peligrosa ilusión que me dejó sin nada cuando cayó porque todo lo había puesto en ella.
Esta vez no llegará a duna ni a colina,
por ahora no alcanza ni la altura de un castillo de arena
pero será tan real y verdadera que valdrá más que cien cordilleras juntas.
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