12.7.17

26.6. Cero.

Cada pocos días
o tal vez sean segundos
-el tiempo aquí se mide tanto que se desorienta-
vuelve a pesar,
no sé si sobre mi cuerpo
o desde dentro de mis sienes,
la losa de la ciudad.

El aire casi sin aire
y el calor del verano
multiplicado por cada árbol talado,
más que entrar en los pulmones
los vacía como succionando
dejándome seca y con dolor de cabeza.

Escucho como de lejos
la chirriante orquesta
del llamado primer mundo
y de verdad que no quiero
volverme a sumergir en ella.

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