A veces no sé si he aprendido a ser feliz
o a no serlo.
Cómo averiguarlo
si los dos extremos me acaban llevando a lo mismo:
Altibajos como una montaña rusa en nivel extremo;
me conozco demasiado bien lo que hay abajo
como para no reconocerlo desde arriba
y saber cuándo estoy cayendo.
Menos mal que del impulso que llevo
tendré la suerte de rebotar,
[aunque duela]
y no quedarme nunca más por el suelo.
Así pasará el tiempo
y me seguiré agotando
intentando parar la vagoneta en lo más alto.
Si algún día lo consigo solo me quedará atreverme a saltar
y volar en horizontal,
sin miedo.
Habré vencido a los extremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario