Queremos venganza para nuestras hermanas.
Y no, no quiero que nadie pida perdón o que justifiquen su agresión.
Y no, no quiero que ningún político frío comente nada al respecto, ni que se postulen mil leyes más para acumularlas como papel mojado en los cajones.
No quiero, no queremos.
Y no quiero que la asquerosa policía, la misma que impone a base de ostias el orden patriarcal que nos mata, venga a salvarnos.
Que no. De verdad que no queremos.
Y no quiero velas ni minutos de silencio promovidos por los mismos gobiernos que nos quitan la voz y el fuego de nuestros cuerpos.
Y no quiero actos ni homenajes de instituciones para las que las vidas de las trans, de las negras o de las putas no valen lo mismo.
Quiero, queremos que caigan sus muros y salgan rabiosas todas las enjauladas por matar a su violador.
Queremos, quiero que sean las llamas de las barricadas y las luces rotas de las lecheras abandonadas las que iluminen la noche.
Quiero y queremos tomar las riendas de nuestras vidas, y también de nuestras muertes.
Queremos venganza. Venganza violenta, que destruya todo lo que se interponga en nuestro camino.
No te atrevas a ponerte en medio.
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