8.6.17

Vivirme.

Quiero ser dueña de mis actos
y protagonista de sus consecuencias:

que si me equivoco, sea mi equivocación,
que si tiene que doler, que me duela
que si todo sale mal sea por mi culpa

y no una culpa flagelante
que no me pueda perdonar jamás,
sino una culpa vacía de connotaciones:
solo eso; culpa mía y de nadie más.

No digo que no quiera escuchar
a quienes me enseñan tanto
sobre mí misma
y sobre la vida que quiero

pero no obedeceré a quienes pretendan salvarme
con sus propios dolores de los míos,
a quienes cuando me equivoque
solo piensen con orgullo que me lo advirtieron,
a quienes intenten llenar mi culpa
en forma de castigos y amenazas.

Que quiero aprender a vivirme
y eso no me lo puede enseñar nadie
más que yo,
con mis pasos mareados,
mis momentos de firmeza
y mis golpes.

Y ojalá nunca diga
que conseguí dominar la vida
porque eso significará
que no he entendido absolutamente nada.

¡Cómo si a la vida la pudiéramos definir
en el breve tiempo en que formamos parte de ella!

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