16.12.15

"ir o moverse por el aire sosteniéndose con las alas"

El tiempo voló y tú volaste con él
mientras yo, en vez de desplegar las alas
me quedé en tierra esperando a que volvieras.

¡Qué fácil hubiera sido elevarse siguiendo tu estela!
¡Qué de caídas y aterrizajes forzosos me hubiera evitado!
No despegar dolió más que si me hubiera estrellado.

Ahora aleteo lejos, con la seguridad del pájaro que sabe que nada es peor que lo que hay al volver abajo.

11.12.15

ganas

He aprendido a anestesiar e incluso a acabar con muchas cosas:

con el dolor
con la tristeza
con las relaciones que no son buenas
con la ansiedad, con el estrés
con los problemas que no lo son
con la rabia
con la impotencia
con la inseguridad
con el miedo
con la necesidad de alguien más
con las ideas que no son de verdad...

Y aún sigo sin saber cómo matar a las malditas ganas;
aunque sospecho que todavía no quiero aprender.

9.12.15

etiquetas desde el nacimiento hasta la muerte

Vivimos entre etiquetas, y no me refiero solo a las de la ropa (que bastante daño hacen ya).

Me refiero a las etiquetas que nos definen como personas, clasificando cada mínima cosa que permita clasificación, por absurda que sea.

Algunas nos las ponemos nosotrxs mismxs, la mayoría de veces porque nos vemos obligadxs a escoger alguna.
Otras, todavía peores, nos las endosan nuestras familias, nuestros amigxs y nuestra sociedad, nada más nacer (como esa tan determinante para toda la vida en la que pone niño o niña) o más adelante en NUESTRA vida, sin ni siquiera contar con NUESTRA opinión.

Desde que empezamos a crecer vamos interiorizando cuáles están bien aceptadas porque son normales y y cuáles te hacen ser diferente.
Nos van enseñando que ser diferente no es bueno, y que algo sin etiquetar no vale para nada, no es real, es un fallo o algo incompleto, de manera que tendemos a aferrarnos a la etiqueta que más fácil nos resulte imaginar haber escogido.

Y así pasa el tiempo, y nos van clasificando y nos van limitando TODO:
Lo que pensamos.
Lo que sentimos.
Las relaciones que mantenemos.
Nuestra  sexualidad.
Nuestros gustos.
Nuestra personalidad.
Y el etcétera más largo del mundo.

Y yo me pregunto:

¿Por qué mi pensamiento no es válido si no coincide con el de X persona?

¿Por qué tengo que clasificar mis sentimientos y agobiarme cuando algo no encaja en una etiqueta (amor, cariño, amistad), en vez de sentirlo y punto?

¿Por qué tengo que tener UNA pareja, y muchos amigxs, si prefiero que cada relación sea única y natural y hacer con cada persona lo que nos apetezca?

¿Por qué tengo que ser heterosexual, bisexual u homosexual, si simplemente no quiero que mi sexualidad tenga impuesto un límite? ¿Por qué si no eres heterosexual eres rarx? ¿Por qué si directamente no te gusta el sexo o no te enamoras es que tienes un problema?

¿Por qué me tienen que gustar cosas para mi género, si no creo en roles? ¿Por qué tengo que querer ser madre si soy mujer y no puedo ser sensible si soy un hombre? ¿Por qué no puedo ser lo que yo quiera sin que afecten mis genitales?

¿Por qué no puedo ser yo, y dejar que mi personalidad crezca conmigo y no como me la quieran moldear?

¿Y qué nos queda nuestro de verdad? ¿Algo que hayamos escogido con total libertad? ¿Acaso hay algún aspecto en el que nos podamos desarrollar sin ser limitadxs?

No.
No mientras existan etiquetas para todo, mientras tengas que escoger porciones de una realidad demasiado amplia para ponerle nombre, una realidad demasiado peligrosa para el sistema y una realidad demasiado bonita y utópica como para que deje de perseguirla.

Mientras haya etiquetas no habrá libertad,  y no sé a qué esperamos para despegarlas.
Tal vez pretendemos dejarlo para la última etiqueta, esa que se nos cuelga en el pie cuando ya es demasiado tarde.

2.12.15

vida viva

Me siento viva,
y más que por vivir
siento ilusión por mi vida
y por hacerla mía,

viviéndola y dejándola fusionar con otras
pero conservando su individualidad,
sin sufrir de dependencias
ni en los días de soledad,

sin que la rutina la llene de oscuridad,
que es la ausencia de luz y color:
insípida muerte sin tan siquiera
un hueco caliente para dar cobijo al dolor.