10.5.19

Reloj de sangre

Por qué será
que las partículas lunares
que hay dentro de mí
una vez al mes
se paran en cierto punto de mi útero
y me susurran tu nombre;

con voz suave
con la misma voz que me inventé
para poder dormir aquellas noches;

en voz baja
que puedo dejar de escuchar
consciente o inconscientemente
solo con oir mis pensamientos
o las otras voces que amo.

Pero si quiero
la escucho
y muchas veces lloro
y a veces escribo
y ya casi nunca me sorprendo
ni me asusto;

ya ni siquiera me pregunto
si será para siempre,
si es un ciclo infinito
o si tiene las vueltas contadas
y cada gota de sangre
es un grano más del reloj de arena
que aparenta ser mi cuerpo.

Me decido a escucharla
pero solo cuando quiera,
un rato, así antes de dormir
antes de que me encoja el pecho
y ya no pueda hacerlo;

antes de olvidarme del resto,
de lo que ahora siento,
de que ahora aprendo yo sola,
de que hoy duermo sola
porque quiero
y mañana acompañada
porque quiero
y nunca contigo
porque no quieres
y no puedo.

Ya te oí hoy suficiente,
un placer
como siempre;

me voy a cantarle
a otro cuerpo que amo,
al presente,
al que sé cantar
y al que quiero escuchar
no solo cuando me lo dicen
las extraterrestres.