4.3.19

Cargas urbanas

Vuelvo a la ciudad
y sin siquiera mover los brazos
ya tengo en las manos
un móvil con cien agobios y 24 llamadas perdidas
que no devuelvo pero que se me enquistan.

Las estrellas se han convertido en farolas
la tierra y las flores en circuitos cerrados de asfalto
y los árboles de mi plaza parecen casi que una maqueta
de alguna civilización ya extinta.

La hora vuelve a ser eje,
se come aunque no haya hambre
no se duerme aunque haya sueño
y Sky ya no sale y entra cuando quiere.

Creo que vuelve a costarme respirar.