No me robaréis mis raíces
porque no podéis quitarme
algo que no poseo
sino que soy.
Lo mismo pasa con la vida
y con mi cuerpo.
No me robaréis mis raíces
porque no podéis quitarme
algo que no poseo
sino que soy.
Lo mismo pasa con la vida
y con mi cuerpo.
Siento que la vida acaba de empezar.
Está empezando.
Empieza todo el rato
ahora y ahora y ahora
y luego también.
Siento que la vida empieza cada vez
que dos personas (o más)
se miran desde la misma altura
por primera,
por última
o por equis vez.
Empieza cada vez que un café se convierte
en la conversación más apasionante,
cada vez que me saltan las lágrimas
cada vez que me hacéis reír
cada vez que me pierdo
cada vez que no me encuentro
cada vez que creo que lo hago.
Cada vez que respiro
y cada vez que creo que me ahogo.
Cada vez que suena un click
de que algo encaja;
cada vez que suena un crack
de que algo se quiebra.
Y nunca acaba.
Tampoco con la muerte, creo.
No puede acabar porque siempre empieza.
La vida
nosotras
todas
comenzando juntas
en este instante
y cada instante que venga.
Acabé un cuaderno
pero no acabó la vida
que como siempre,
empieza.
(Crack)
Y yo ahora empiezo
este cuaderno,
comprendiendo.
(Click)
Tengo miedo
pero estoy dispuesta a todo.
Tengo miedo a estar dispuesta a todo.
Estoy dispuesta a tener miedo.
Estoy dispuesta a todo
pero tengo miedo.
Creo que a veces me gusta tener miedo.
palabras palabras palabras en mi cabeza
sin comas ni pausas
no sé si voces dobles o triples
como si yo fuera más de una
¡callaos! callaos coches callaos gentes callaos palabras ¡calladme!
me agobiais
no quiero pensar más palabras
necesitaba escribir o lo necesito
no sé en qué tiempo estoy pensando
o no estoy pensando
y son las palabras las que me piensan a mí
por favor cállate ciudad
que se calle esto que me aprieta en las sienes
que se calle mi abdomen
que se callen las calles, que se calle hasta el silencio
que se callen mis ojos imaginando un horizonte cualquiera
Me encanta acariciarme la cara,
tocarme la cabeza recién rapada,
pintarrajearme las piernas,
buscar la asimetría en mi anatomía.
Conversar conmigo misma
y con el cuaderno;
leerme las manos y los poemas
para entender solo lo que quiero.
Estar sola y sentirme llena
acompañada como la luna
que lejos y solitaria
sabe que forma parte de nosotras.
Bucear en mí sin saber si es mi cabeza
o un lugar más secreto que me habita,
feliz por fin de ser tan poco
y a la vez serlo todo.
Sonreírme cuando en mí os encuentro.
Dejo de buscarle el sentido a todo
y de repente todo cobra sentido:
lo que escribo
lo que pienso
lo que siento
lo que vivo
Yo.
Dejo de buscar mis problemas
y de repente fluyo en soluciones:
sin encontrarlas
sin esperarlas
sin forzarlas
sin rayadas
Ellas.
Ellas y yo somos una
y a la vez muchas:
creo que somos lo que llaman Vida.
Una cascada de fresca agua,
negra y transparente a la vez,
que suena a todas las alegrías
cuando se refleja en mis ojos de pez.
Brillante contraste de dientes
con pelos y trajes suaves
que me vivo por morder
y que me reviven al oler.
Un recodo hizo desaparecer
la ciudad que me enferma
y la esquina se acercó lenta:
pude vernos en llamas sin arder.
Cada vez que dais mi orientación por heterohecha me empujáis de malas maneras, me dobláis las extremidades
y me replegáis sobre mí misma hasta que me convertís en una masa casi evaporante que espachurraís para poder cerrar ambas puertas del armario.
Entonces echáis la llave y os dais la vuelta como si no notarais a mi alma retorciéndose para salir de ahí.
Lo peor eran esas veces que de tanta heteronormatividad inyectada, os creía, y casi que me encerraba yo misma para por lo menos coger una postura no tan contracturante.
Ya no me escondo , pero creedme: cansa mucho petar la cerradura desde dentro una y otra vez.
Quiero ser dueña de mis actos
y protagonista de sus consecuencias:
que si me equivoco, sea mi equivocación,
que si tiene que doler, que me duela
que si todo sale mal sea por mi culpa
y no una culpa flagelante
que no me pueda perdonar jamás,
sino una culpa vacía de connotaciones:
solo eso; culpa mía y de nadie más.
No digo que no quiera escuchar
a quienes me enseñan tanto
sobre mí misma
y sobre la vida que quiero
pero no obedeceré a quienes pretendan salvarme
con sus propios dolores de los míos,
a quienes cuando me equivoque
solo piensen con orgullo que me lo advirtieron,
a quienes intenten llenar mi culpa
en forma de castigos y amenazas.
Que quiero aprender a vivirme
y eso no me lo puede enseñar nadie
más que yo,
con mis pasos mareados,
mis momentos de firmeza
y mis golpes.
Y ojalá nunca diga
que conseguí dominar la vida
porque eso significará
que no he entendido absolutamente nada.
¡Cómo si a la vida la pudiéramos definir
en el breve tiempo en que formamos parte de ella!
¿Qué sentido tiene ponerme a estudiar
cuando me siento tan jodidamente VIVA?
cuando cierro los ojos y se me llena el pecho
de tantos afectos tan puros que no tienen nombre
cuando hay millones de vidas como la mía
en riesgo de no serlo, o no siéndolo
cuando todavía existen las fronteras,
la propiedad, las cárceles y la autoridad
cuando la comida aún se negocia
y a la Tierra le quitan la T mayúscula
cuando nos siguen asesinando y violando
como si fuera una cotidianidad más del mundo
cuando hay mil luchas que no pueden esperar
y además, yo no quiero esperar más.
¿Qué sentido tiene ponerme a estudiar
cuando estoy tan sencillamente VIVA?
cuando puedo correr, saltar, meter una canasta,
pedalear hasta no sentirme las piernas
cuando os escucho cantar, leer, pensar
o descifraros un poco a vosotras mismas
cuando mirarnos a los ojos me enseña más de lo que importa
que mil hojas de apuntes lógicos y vacíos
cuando duermo con un perro que me mira
con tanta dulzura que sé que es más lo que nos une que lo que nos separa
cuando puedo pasar horas en silencio sintiendo caricias,
riendo como una descosida, y besándote
cuando me quedan tantos caminos por encontrar
y tanta naturaleza por mezclarme en ella
cuando me quedan tantas cosas por destruirme
y aun más por empezar a construirme
cuando puedo poner el cuerpo en juego
y dejar de ser una ente pasiva que solo lee libros
cuando la magia existe, sí, existe,
¿si no qué es esto que me recorre?
¿Qué sentido tiene ponerme a estudiar
cuando la VIDA me llama a ser parte de ella?
Presente es la calma del agua
contagiando mi alma.
Presente son las hormigas
que me acarician las piernas.
Presente es el calor de la piedra
que se me sube desde las yemas.
Presente es palpar la hierba
con la planta del pie descalza.
Presente es el viento
que mece a compás mis sentimientos.
Presente es el dolor dulce
cuando te raspas con una rama.
Presente son esos pájaros que cantan
como si la ciudad no los ahogara.
Presente es cuando pedaleo o ando
y es mi cuerpo quien decide el camino.
Presente es entrecerrar los ojos
para poder mirar al cielo.
Presente es cuando me amo
y me comparto.
Presente siempre es la llama
que me arde en las entrañas.
Presente es este poema,
que conforme escribo,
deja de serlo.