Algunas noches
me duele el lado izquierdo del pecho y,
en vez de dormir,
juego temerariamente.
Construyo castillos de naipes
que son recuerdos,
y los observo -así como de lejos -
desmoronarse.
Vuelan las cartas,
la sota y el basto se me clavan
y las demás aterrizan... planeando...
al filo de mis párpados.
No se caen
y cuando por fin cierro los ojos
vuelven a su hogar,
ese al que ya, maldita sea, no sé llegar.
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